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90 Nostalgias

Desde el adiós

Desde el adiós
Partir. Un estallido de emociones encontradas. Emociones de amigos que parten, de amigos que despiden, de amigos que reciben.
¿De qué lado está la verdad, la razón? ¿En qué orilla son más legítimos los sentimientos?
Fuerte, muy fuerte el contraste entre el "adiós" y el "welcome". Las despedidas son tristes por antonomasia. Mas cuando llevan implícita la irreversibilidad se vuelven crueles.
Y es que algo definitivo, desgarrador, irrecuperable, se quiebra. A partir de ellas la vida se separa en "antes" y "después". Y no por consciente, por correcta, por lógica, la decisión quiebra menos. Ni menos duele.
Atrás queda el contacto diario, o casi diario… el teléfono como testigo íntimo, discreto, de las mejores y peores noticias… las ocasiones, más o menos frecuentes (pero siempre posibles), de encuentros etílico-sentimentales para oír y decir, criticar y ser aconsejado…
Queda sobre todo la certeza de tener al alcance el hombro irreemplazable donde apoyar las desventuras y celebrar los triunfos.
Y queda la duda… ¿sobrevivirá tamaña complicidad? Solo algo es seguro: no faltarán esfuerzos irreductibles por rescatarla de la distancia. O reducir esa distancia. Y asumir el reto de reinaugurar la amistad en el reencuentro, con la ilusión de que nuestras esencias son más robustas que cualquier adversidad.
Pero atrás quedó también la inocencia de la juventud, la ligereza de las responsabilidades, la frugalidad del tiempo y los compromisos. Un estilo de vida que no podrá emigrar, ni adaptarse, ni sobrevivir en tierras prestadas. Una manera de vivir a los amigos que no ajustará con la seriedad en el decir, las citas concertadas, la premura del tiempo, las cuentas por pagar.
Y decir adiós a eso duele más que decirlo a los amigos. 
Alberto Barrios

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