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90 Nostalgias

“A estómago revuelto…ganancia de seductores”

“A estómago revuelto…ganancia de seductores”

Ya no sé qué hacer con este deseo… nocturno, matutino, revoltoso. Lo he dejado crecer dentro de mí, porque el muy cabrón, se anunció como chiquito, como juguete navideño, como artículo de segunda en una tienda de diseñador: a poco precio. Pero ya me está saliendo caro…me está costando ardores interiores, pasajes de ida y no regreso a una tierra antigua que no conozco, prácticas de alpinismo para remontar la estatura de mi fetiche deseado...

Este es un deseo conocido, que me llega en español y con palabras grandilocuentes del Larousse Ilustrado. No conoce el inglés o quiere ignorarlo, porque dice que lo atan los ailoviu y los ailaykiu. El quiere moverse entre el goce, la sorpresa, lo prohibido, el tanteo, el retroceso, la duda, el "hoy lo hago" y el "por qué no lo hice"?.

Pero ya no sé qué hacer con este deseo. Se me ha vuelto exhibicionista y trapecista. Los demás no lo conocen y él grita en el trapecio que lo miren: caerse, desnucarse…espera que quizás, abajo, le extiendan el tapete y lo arropen con él…pero no sabe. No obstante se despeña cada noche cuanto puede…dice que ha hecho avances, pero yo solo reconozco el estómago revuelto y el abismo que se anuncia.

Todos los días lo regaño, pero no me respeta, me devuelve la mirada desafiante y se burla de mi monotonía, de mis pocas agallas, de mi pacata silla de estudiante. Creo que está en la edad de la peseta, le falta madurar, pero no tiene tiempo…si lo dejo que crezca, me domina, si lo ayudo a crecer, lo ejecuto. Yo le tengo cariño, no lo niego. Me ayuda a vestirme en las mañanas, me alerta sobre el pelo mal compuesto, los ojos lagrimosos, la boca de disgusto. Ay!!!!!!!!!!, pero se cobra cada consejo en demasía.

Al principio hubo un pacto entre los dos. Lo dejaba ser feliz entre semana y el weekend (para irlo acostumbrando al nuevo idioma), era mío, tranquilo, sin espasmos. Pero no le bastaron los lunes y los jueves…quiso ir a por los viernes y el domingo en la noche ya era todo un arrebato. Qué deseo, mi madre!!!!!!!!!!! Qué deseo, Dios mío!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Ahora me pide lo imposible, que lo ponga a hablar con su "juguete". Quiere voz audible, invitaciones, citas concertadas, desgarramientos. Es valiente, lo envidio…quién pudiera. Si tuviera esas agallas, quizás corriera tras esa noche de licor y enigmas, que hoy de solo imaginar me desconcierta.

Ya he planeado su muerte (es terrible matar lo que engendramos), pero el veneno todas las noches se me queda en la cartera; debe ser la falta de práctica o la esperanza de que tú "deseo" venga y le hable, y se entiendan y salgan juntos y suban al trapecio y se despeñen. Pero tú no das pistas, solo risas. Y el repite en español todos los días: déjame hablar a mí primero, confía en mí, yo lo convenzo. Ante semejante discurso, quién se queda imperturbable, sin la incógnita golpeante. Ay!!!!!!!!!, definitivamente…ya no sé qué hacer con este deseo.

2 comentarios

ANA -

Me sorprende esta historia parece una narracion, como las que yo solia hacer cuando tenia apenas 10 años y me regalaban un maravilloso libro o un lindo juguete, espero asi te hayas sentido tu

Al Godar -

Ya entendí esta nostalgia.
Cuales son las otras 89?
Saludos,
Al Godar