Blogia

90 Nostalgias

Réquiem de martes en la tarde

Estoy ansiando un llanto que no llega,

Un manojo de nervios que reviente,

Un grito que se escape, brote y enmudezca.

 

Estoy esperando una estampida de insultos,

Una cara abofeteada sin disculpas,

Un sacudión de cuerpo, de cerebro,

Un electroshock al corazón que lo detenga…

Un minuto (solo eso), lo detenga.

 

Pero no hay lágrimas guardadas para la ocasión

Las rabietas se gastaron en semanas anteriores

Ninguna cara pálida asintiendo, pretendiendo ser amiga

No hay en quien descargar tanta nostalgia.

Los que merecían mi tristeza andan lejos

Cinco continentes para acumularlos, extrañarlos, extraviarlos.

 

Y este llanto que no llega…

Y esta sequía interior que es la primera

Yo, la de tantas lloronas experiencias…

La de morir frente a una escena, una canción de odio…o una promesa.

 

Estoy árida por dentro.

Estoy de roca, y si el mar sigue golpeando, seré arena?

Ojalá que el viento sople en una plácida dirección,

Que llegue a buena tierra.

 

Mientras tanto, aquí camino, respiro, sobrevivo…

Miro caras ajenas, sonrisas defectuosas…

Quizás es mi reflejo…

El reflejo de alguien, que está esperando un llanto que no llega.

Cartas del Parque

Cartas del Parque

Aquí estoy escribiendo, sin apenas quitarme el polvo del camino(lo que en este caso es toda una metáfora robada del Apóstol, pues una de las cosas que más me sorprende de este país es la ausencia de esa nube asfixiante que puede provenir de los mas inimaginables lugares, pero que contradictoriamente es la confirmación de que hay vida, de que del polvo algo vino y al polvo volvió) después de mi viaje de fin de semana a Orlando. Comenzar reconociendo que mis ojos desearían otro fin de semana solamente en una cama, para recuperarse de estos dos ajetreados e impresionantes días, es casi una frase trillada, pero en este caso terriblemente real; pero luego de revisar el estado de mi cuenta bancaria(que en estos predios llega a convertirse en tu principal confidente) definitivamente hay que levantarse de la cama y proponerse firmemente recuperar los dineros tan divertidamente gastados.

Aunque tengo que reconocer que no era la euforia lo que me animaba a participar de este viaje, sino mas bien la creencia de que no se está verdaderamente en los EE.UU si no has cumplido con tu peregrinación a los parques de diversiones de Orlando, la sensación con la que he regresado es totalmente diferente. No sé porque siempre creí que aquellos que venían idiotizados con el concepto “montaña rusa+ adrenalina+ largas caminatas+ cartoons”, simplemente exageraban algo que no tenía otro propósito que el de desplumarte los bolsillos y llevarte al estado más cercano al ataque cardíaco, subido en un aparato de “esos”. Hoy solo puedo decirles que, o yo me volví una de las idiotas, o una vez más los estereotipos apestan.

El viernes, como habíamos planeado(la familia extendida a la que ahora pertenezco), salimos rumbo a la ciudad de los parques, que no es Holguín en este caso; siempre con horas de retraso pues el haber venido para los EE.UU no significa que dejemos de ser cubanos. El viaje es agotador, me imagino que mucho más para el que maneja y además nada atractivo…para colmo lo hicimos de noche y la vegetación no es  precisamente famosa por su belleza…hay más gasolineras que árboles y lo interesante de las primeras, es que a medida que dejábamos atrás Miami, los precios de la gasolina descendían interesantemente. Pero allí siempre está mi hermana para poner la nota humorística y hacer que cualquier travesia se parezca más al “Hombre y la Mujer en la intimidad” de Siegfried Schnalb, que a un monótono viaje en automóvil. Después de tres horas y algo, de una parada para comer y de muchas risas , llegamos a nuestro hotel 5 estrellas…para el solo una palabra: im-pre-sio-nan-te. No solo porque es de considerable altura, sino porque el confort es increíble…convencida estoy que hay algunos mejores, mucho mejores, pero para mi fue el descubrimiento de ese progresivo “mundo mejor que es posible”, que me estoy acostumbrado a conocer. La habitación que nos dieron es el apartamento que muchos de nosotros(hablo para los que desde Cuba lo sueñan) hubiéramos querido tener: cocina, dos baños, dos cuartos, una salita; todo el equipamiento técnico indispensable para vivir allí a tus anchas; fue una lástima que nosotros solo lo tomáramos como espacio para dormir y no pudiéramos conocer el resto de las instalaciones del hotel a fondo…sobre todo la piscina que se veía prometedora. Una vez allí directo a la cama que lo que nos esperaba al otro día, sabíamos que necesitaría de nuestro descanso nocturno.

El sábado ya cambiaría la historia para siempre…la mía quiero decir. Nos levantamos y sin más dilación nos fuimos rumbo a los parques, para esta vez teníamos previstos Universal y Islands of Adventure, pues la oferta especial era para ellos…yo iba más entusiasmada porque me habían dicho que era el fin de semana gay en Orlando y pensaba tener todo un acercamiento sociológico al fenómeno, que por los parques en sí mismos…pero pronto cambiaría de opinión, no solo porque apenas había gente evidentemente gay, sino porque como dice la “antológica” canción de la Original de Manzanillo: todos tenemos un poquito de muchacho.

La primera impresión que tienes del lugar es que es inmenso y que te van a doler los pies sean cual sean los zapatos que tengas puestos. Siempre están las opciones para los vagos, esas esteras horizontales que antes habia visto en el aeropuerto de Ciudad México , y que cuando te acabas de bajar de tu carro y la mañana recién comienza, te parecen un gasto innecesario y otra muestra de que el capitalismo incentiva un consumo desmedido y desigual. Tu opinión cambia al regreso de todo un día bajo el sol y de caminatas, en ese momento las esteras merecerían el premio Nobel de la Paz. Antes de entrar en alguno de los parques está el llamado City Walk, un espacio para tiendas, restaurants, cine…es como un lugar de encuentro, que se presta más para la vida nocturna, cuando toda la adrenalina de los aparatos ha bajado; aunque todavía me pregunto quién tiene ánimos para seguir de rumba después del desgaste de todo un día vivido allí, pero alguien ha de tenerlos  pues sino no existiera el espacio.

Luego de ese punto, está la bifurcación que te lleva a uno u otro parque; para mí es imposible disfrutar los dos en el mismo día, es antihumano, es contra las leyes de la física, pero hay quien lo hace. Nosotros decidimos comenzar por Islands of Adventure y al otro día Universal. Creo que fue una decisión bien tomada. Como íbamos con gente experimentada en este tipo de atracciones, mi sobrina, la master de todas, nos sugirió que compráramos unos tickects extras que tienen como objetivo librarte de las largas colas para montarse en cada aparato. Cuando yo escuché la palabra cola, enseguida me vinieron “gratos” recuerdos a la mente y decidí invertir mi dinero en ahorrarme esa experiencia.  Una vez dentro comenzo la diversión.

Dejenme decirles que allí no hay ningún detalle azaroso, todo está pensado con minuciosidad, desde la seguridad, el confort, la alimentación, el disfrute de los sentidos…todo. En cuestion de diseño es espectacular, no hay colores que no empasten los unos con los otros, lo que tiene que simular antiguedad es a la vista tremendamente viejo; no hay espacio abierto o cerrado que no sea una alegoría a esos tantos y tantos momentos fílmicos que hemos disfrutado u odiado en nuestra vida…incluso aquellas películas deplorables, recreadas allí, tienen su encanto. Los leit motiv de cada atracción son super creíbles, si estás en un ambiente marino hay desde el alga hasta el pez mas raro; si estás en el espacio sidereal no son estrellas dispersas sin orden ni concierto, sino ese universo que conociste en clases de Ciencias Naturales. Estar allí es vivir una fantasía y creer que esta existe.

Islands of Adventure está dividida por islas- de ahí el nombre- que tienen temas comunes…la primera es la de los superhéroes: Spiderman, Hulk, una mujer que es algo de tormenta…ahora mismo no recuerdo los otros, pero alguno se me escapa. Yo realmente nunca he tenido mucho que ver con los cartoons, nunca han sido mi predilección, pero dejenme decirles que no es lo mismo pasarse horas viendo a Tobey Mcguire con cara de bobo poniéndose su disfraz apretadito, que estar viviendo la aventura en 3D con todas sus vueltas, con sus caídas en la tela de araña…es super vivido y divertido. Estos parques de manera general son una maravilla tecnológica e ingenieril. Hulk es una montaña rusa que de solo mirarla el estómago se te convierte en corazón y el hígado en cerebro; solo un vistazo me sirvió para darme cuenta que allí ni muerta me montaba, pues de montarme probablemente saldría… muerta. No obstante me animé en algunos otros que tenían su toque de peligro, sus caídas acrobáticas y sus velocidades de infarto.

Fuimos pasando de isla en isla dentro del parque: de los superhéroes a Parque Jurásico, luego a la isla mitológica y terminamos en la de Dr. Seuss un personaje infantil, que fue donde único mi bella sobrinita de dos años pudo montarse.

Como verán en las fotos muchas de estas atracciones terminan contigo mojado de pies a cabeza, cosa que con el calor asfixiante de este país se agradece tremendamente. Además a lo largo de todo el camino hay sitios para refrescarse con unos ventiladores, de los cuales sale como un ligerísimo vapor de agua que te salpica y te humedece el cuerpo y que es beneplácito para tu ardiente piel. Niñas(puppies), Alberto(mi hermano sin ADN), amigos nuevos hechos en tierras del “lado de acá”…Asbert(mi amor), como los recordaba en cada salpicadura, en cada grito, en cada risa, en cada mirada de sorpresa…a los amigos que he hecho de este lado del mar porque me anunciaron la maravilla, me hablaron de diversión, de euforia…y a ustedes los otros, los de la isla indómita, porque al lado suyo todo hubiera sido perfecto…con Asbert me hubiese montado en aquellos aparatos que no me atreví, ni siquiera teniendo a mi hermano, en quien confío 150 % al cuadrado; Alberto porque los colores, las formas, la tipografía de cada título, la disposición en el espacio hubiese sido otro objeto de disfrute; las puppies porque no hubiese quedado sujeto alto, rubio, bajo, gordo, fuerte, feo, bonito, listo… que no despedazáramos y se que hubiesemos reído a morir. Los amigos nuevos y viejos que tengo en este Norte, sería tan bueno que nos uniéramos e hiciéramos un viaje como ese juntos…de esas cosas se sale definitivamente fortalecido, como grupo.

Pues ese fue el sábado. Luego de salir del parque fuimos al hotel, comimos en un restaurant riquísimo, nuevo para mí y de ahi para la cama, que el cuerpo no podía más. El domingo emprendimos camino nuevamente para tierra de maravillas y esta vez le tocó a Universal…aquí los aparatos ya fueron menos aparentemente peligrosos y la tecnología fue la reina de la diversión. Este parque es más amistoso para los niños chiquitos y yo con dos sobrinos pequeños, me tuve que subordinar un poco a sus gustos por unas horas…pero es tan lindo verlos ser felices a lo niño de verdad, lejos de nintendos, computadoras, otros niños abusivos, presión escolar, etc. Ya el domingo el agua no fue una constante y permanecí seca la mayor parte del tiempo…las atracciones más impresionantes fueron: Jimmy Neutron, Terminator(el exitoso político repitiendo su famosa frase “I’ll be back”), los Simpons(una maravilla en 3D, diseñada, pensada y llevada a hechos de forma tan verosímil, que hasta dentro de una boca te meten y te estornudan con salpicadura y todo) y para mí el mejor de todos, no por su tecnología, sino por la nostalgia: ET. Hasta mi lagrimita solté cuando montada en la bicicleta volé y pase por delante de esa luna, que me sabía de memoria desde los 80…De 27 años pase a apenas cinco o seis y lamenté tanto tener esta edad y todo lo que la acompaña. A las 7:00pm salimos del parque y porque este cerraba.

Emprendimos entonces el camino de regreso a la casa, otras tantas muchas horas de viaje, que ya no fueron tan divertidas, porque hasta mi hermana que es incansable, tenía disminuida su capacidad de hacer de todo un chiste…dormitando, medio que poniéndonos al dia en cosas que todavía no habían sido dichas de estos 12 años de separacion, se pasó el tiempo y llegamos a Miami…la primera señal de que ya estábamos en casa, fue el precio de la gasoline: $4.17. “Home sweet home”.

Hoy por la mañana levantarme fue una odisea, los ojos, el cuerpo, las piernas…me piden ahora otro fin de semana pero solo para ellos, inmovilizados. Aquí estoy en el trabajo aprovechando un descansito de los jefes para concluirles esta croniquilla que adjuntaré con fotos. Más detalles pueden preguntarlos. Hoy estoy cansada, quebrada…pero el recuerdo del fin de semana salva cualquier estado de pesimismo actual.

Los quiero mucho a todos…Besos

Su, Karen

“A estómago revuelto…ganancia de seductores”

“A estómago revuelto…ganancia de seductores”

Ya no sé qué hacer con este deseo… nocturno, matutino, revoltoso. Lo he dejado crecer dentro de mí, porque el muy cabrón, se anunció como chiquito, como juguete navideño, como artículo de segunda en una tienda de diseñador: a poco precio. Pero ya me está saliendo caro…me está costando ardores interiores, pasajes de ida y no regreso a una tierra antigua que no conozco, prácticas de alpinismo para remontar la estatura de mi fetiche deseado...

Este es un deseo conocido, que me llega en español y con palabras grandilocuentes del Larousse Ilustrado. No conoce el inglés o quiere ignorarlo, porque dice que lo atan los ailoviu y los ailaykiu. El quiere moverse entre el goce, la sorpresa, lo prohibido, el tanteo, el retroceso, la duda, el "hoy lo hago" y el "por qué no lo hice"?.

Pero ya no sé qué hacer con este deseo. Se me ha vuelto exhibicionista y trapecista. Los demás no lo conocen y él grita en el trapecio que lo miren: caerse, desnucarse…espera que quizás, abajo, le extiendan el tapete y lo arropen con él…pero no sabe. No obstante se despeña cada noche cuanto puede…dice que ha hecho avances, pero yo solo reconozco el estómago revuelto y el abismo que se anuncia.

Todos los días lo regaño, pero no me respeta, me devuelve la mirada desafiante y se burla de mi monotonía, de mis pocas agallas, de mi pacata silla de estudiante. Creo que está en la edad de la peseta, le falta madurar, pero no tiene tiempo…si lo dejo que crezca, me domina, si lo ayudo a crecer, lo ejecuto. Yo le tengo cariño, no lo niego. Me ayuda a vestirme en las mañanas, me alerta sobre el pelo mal compuesto, los ojos lagrimosos, la boca de disgusto. Ay!!!!!!!!!!, pero se cobra cada consejo en demasía.

Al principio hubo un pacto entre los dos. Lo dejaba ser feliz entre semana y el weekend (para irlo acostumbrando al nuevo idioma), era mío, tranquilo, sin espasmos. Pero no le bastaron los lunes y los jueves…quiso ir a por los viernes y el domingo en la noche ya era todo un arrebato. Qué deseo, mi madre!!!!!!!!!!! Qué deseo, Dios mío!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Ahora me pide lo imposible, que lo ponga a hablar con su "juguete". Quiere voz audible, invitaciones, citas concertadas, desgarramientos. Es valiente, lo envidio…quién pudiera. Si tuviera esas agallas, quizás corriera tras esa noche de licor y enigmas, que hoy de solo imaginar me desconcierta.

Ya he planeado su muerte (es terrible matar lo que engendramos), pero el veneno todas las noches se me queda en la cartera; debe ser la falta de práctica o la esperanza de que tú "deseo" venga y le hable, y se entiendan y salgan juntos y suban al trapecio y se despeñen. Pero tú no das pistas, solo risas. Y el repite en español todos los días: déjame hablar a mí primero, confía en mí, yo lo convenzo. Ante semejante discurso, quién se queda imperturbable, sin la incógnita golpeante. Ay!!!!!!!!!, definitivamente…ya no sé qué hacer con este deseo.

Fairy Tales and Happy Endings

“Life is cancelled!!!!!!!!!!!!”, she thought after closing the door behind her. She carried her tiny suitcase of memories and nothing else. The personal belongings inspector took all her past and listed it in a big piece of paper: love, 3 letters and 20 photos; friends, too much; books, so smart. She couldn´t cry. Her eyes were dry. She went down the stairs and never looked back. She was scared: “I might become in a pillar of salt, like Lot´s wife.”

Everything was strange around her: the man who held her hand, the dog who bit a bone, the car which lights blinded her. She was a strange for them too. She had a heart without address, a brain without a hook. The day after tomorrow could be the future, or not. She was living, right now, in a non-day- without beginning or end-, in a place without rules, with a dead-alive leader, and broken hopes. She was a sleeping beauty, awaked.

But she was looking for something, or someone, or some…She was always looking. In the streets, she crossed her sight with a woman, whose lips formed a shiny smile and an inaudible “congratulation”. Her eyes showed a mixed sadness, a perfect nuance of feelings: “I need to go, but I have to stay”. Stayed where, when, for what? She stared her for an infinite little moment. She wanted to drink all the misery, beliefs and doubts in those eyes with a heavy charge of fear carried on.  Instead of that, the woman eyes avoided her and focused in other eyes, big ones in a poster. Two eyes, one smile, one idea: “Vamos Bien”. Don´t forget about it, or him…Because he was there all the time.

She walked away, one block, another…everything looked grey. She found that color for the first time in her life. When she was a child everything was white. Later, she grew up; thus, all became black, a pretty one or a dark one, but black. Grey was nice it, was middle tone, unfinished…She had the choice to complete by herself. In that moment, she remembered Mel Gibson’s phrase in a movie ending, just one word: FREEDOM. “Why am I thinking that?”  She interrogated her watch and felt free. “Thankfully, time is an ally”. One thought came to her mind, she wished to be a movie character that could say anything or did anything. She desired to be Mel Gibson and screamed aloud: FREEDOM!!!!!  FREEDOM?????

Once upon a time, she took a plane. She kissed too many cheeks and a pair of lips with a very sweet taste inside. She missed those lips; that body, that soil, that noise….deeply in the plane, deeply inside her. She had been an artist hiding her feelings; only the plane could notice her anguish. In a while, she landed in a very warm place, almost as warm as her own place. At the door, she crossed her sight with another woman, whose lips formed a scandalous smile and her voice shouted a powerful “welcome”, while she looked in front of her a big poster with two eyes, one smile, and one idea: “we fixed her heart, so in ten years she can breaks…”.

Finally, she found what she was looking for. She realized that she needed to be fixed, and there was the promise. She needed time, and they had promised ten years. She decided after, waiting for so long, and maybe in between, that would change the suitcase full of memories for a big one, the lips for the sweetest, the body…everything, except the soil, which always would be irreplaceable. She never said anything, but everybody heard her voice shouting: FREEDOM.

Ser canción (a la Habana)

Ser canción (a la Habana)

Hoy mi Habana llora de emoción, de ser feliz, de ser canción… 
Cantar a las ciudades, a sus calles, a su alma… ha sido recurrente motivo de inspiración en músicos de todas las latitudes. Cantan sobre todo a sí mismos, reflejados en ese espacio urbano que los define, atrae y retiene, como el más atrevido de los amores. Sus vidas, como suele suceder a los artistas, se disuelven en una amalgama cosmopolita que inspira pasiones y encantamientos, basados en una lealtad más allá de los límites humanos. Una ciudad jamás traiciona.
New York, París, Venecia, Buenos Aires… han provocado algunos de los más antológicos temas de este tipo… Blues, boleros, tangos, jazzes… Gardeles, Aznavoures, Sinatras, Piazzolas… han compuesto o interpretado hermosas odas que compiten de a igual con las más bellas e inspiradoras deidades humanas.
Pero sin ser un erudito en el tema, me atrevo a afirmar que mi ciudad, mi Habana, nuestra Habana… ha sido privilegiada como una de las más prolíferas musas citadinas del último siglo.
Desde el jazz hasta el bolero, del guaguancó a la salsa, los más diversos géneros han sustentado los estímulos artísticos de los enamorados de la ciudad del Morro y el Malecón, del Caribe y su alquimia de encanto y estropicio.
Extranjeros y nativos han sucumbido por igual a sus encantos. Los primeros, como aquellos “descubridores” antaño, brindan una particular mirada de deslumbramiento. Ya dijo Sabina que a la Habana, hasta el deterioro le sienta bien. Y razón le sobra.
De los cubanos, dos miradas, dos voces de un solo pueblo. Los de adentro y los de afuera. Los de cerca, alabando a su ciudad de contrastes exquisitos, su cuna (por nacimiento o adopción)… su casa. Los de lejos, añorando su ciudad perdida, las calles que dejaron y ya no son las mismas, los recuerdos imborrables de esa… también su casa.
No pretendo hacer una antología de las mejores canciones que la Habana ha provocado. Tan solo una selección personal, incompleta y abierta… apelando a la memoria y el sentir, de algunas que en mí, por feliz o por triste caricia, han dejado huellas.
Desde el balcón que daba al malecón, un andaluz, profundo en sus textos y ríspido en el decir, habanero por decisión propia, veía cada mañana los peces de La Habana bailando con la historia un guaguancó… Joaquín Sabina no le canta a la ciudad, la evoca, la retrata… y la saca a recorrer el mundo. Muestra desde su Postal nuestras contradicciones, y reflexiona en sus textos siempre fértiles: Y en vez de las respuestas que buscaba, un ciclón de preguntas me esperaba, y en el desván del alma de la gente, dormía Silvio soñando con serpientes…
Otro español, madrileño, de letras también inteligentes, y de posturas políticas más activas, no se resiste a la promesa (¿acaso estereotipo?) del amor ardiente de y en esta capital: La Habana es la ciudad donde los sueños aprenden a nadar… Así comienza, así define Alejandro Sanz el escenario de su historia cantada.
Desde dentro son muchos, innumerables los creadores. Imposible evocarlos todos. Imperdonables los olvidos de cantautores desde Gerardo Alfonso y sus míticas sábanas blancas… hasta Amaury Pérez con otro tema no menos esencial. Otros tantos que le han cantado a la ciudad o la han tomado como pretexto imprescindible de sus historias, quedan en el limbo de los recuerdos. A cada escucha le evocará nuevos nombres y melodías.
Ineludible me resulta Carlitos Varela con una que, para mí, es de sus mejores canciones. Versionada hasta la saciedad, su Habáname es poco menos que sublime. Nos hace sentirnos como él, hijos carnales de esta ciudad… y nos hace partícipes de un sentimiento embriagador que se hace música al decir: Habana, mi Habana…si bastara una canción para devolverte todo lo que el tiempo te quitó… Si supieras el dolor que siento cuando te canto y no entiendes que este llanto es por amor… No alcanzo comentarios.
Un cuarteto singularísimo inmortalizó a su ciudad hace más de cuarenta años. Sigue conmoviendo con la misma intensidad de un poema escrito ayer. Un amor de ensueños… Habana, hermosa Habana, lindo es tu Prado, lindas son tus calles, bello es tu mar… Habana a ti llega mi canto, como gemir de violines, que solo tocan para ti… Regalo azul de una pieza angular de nuestra rica historia musical.
Pero no solo para reflexionar sirve esta urbe cosmopolita… también y tan bien, para  bailar, reír, tararear, joder… al mejor estilo cubano… y ahí están los Van Van pregonando aún (no sabían cuanta vigencia iban a mantener) que La Habana no aguanta más… Sigue Paulo FG, especulando con un tema que todavía hoy mueve a media ciudad, y remueve al resto del país. Aún en estos tiempos suena, resuena, y parece irrevocable su sentencia de que en la Habana nací y en la Habana me quiero morir… Perdurará igual, con un número que ya me parece imprescindible, Manolito Simonet anunciando su privilegio de vivir en la ciudad del swing, donde nunca se duerme, donde se une la noche con el día, donde se baila hasta que se amanece, donde se juega un buen dominó, un buen motivo pa la caldoza, un Doctor juega a la pelota, y de repente metió un jonrón…  Por eso le gusta la Habana… a mí también… y somos muchos los locos por ella.
Si las locuras la multiplican, las distancias reproducen la intensidad del sentir. Desde más lejos se ve más bonito, como reza Habana Abierta. La añoranza y la nostalgia son expresiones camaleónicas que se transforman fácilmente en canción y emoción. Alguien dijo que un lugar del que te vas, es un lugar al que no regresarás. No al mismo. Las ciudades, como los ríos, siguen su caudal, imperturbables, indetenibles. Pero el amor a la tierra es más hondo, y no entiende de consideraciones filosóficas.
Ahí está Celia Cruz, tras casi cinco décadas de ausencia, llevando en su voz, comprometida, orgullosa, el nombre de la ciudad y el país que la vio nacer… sintiendo, intuyendo que de la Habana hasta aquí hay una corriente que a mí me llama… de la esquina del Prado hasta el rinconcito de Camarioca.
También le cantó Blanca Rosa Gil, en una suave melodía, desgarradora en su voz. La ciudad le es esencial. Habana mi alegría está en ti, allí donde tú estás… Dolorosa en su pregunta: ¿Cuando la volveré a ver?
Han pasado muchos años. La respuesta sigue siendo esquiva. Pero la Habana sigue ahí, aquí, irreverentemente majestuosa. Increíblemente digna. Hoy una nueva generación forma parte de la oleada de artistas, de músicos, que han dejado atrás… sin abandonar…  la ciudad a la que cantaron… para buscar nuevos derroteros.  Nos dejan sus textos, como ejemplo preclaro de su matrimonio eterno con la ciudad.
Isaac Delgado nos reveló la clave para conocer a su Habana… precisamente caminando su malecón. Emblemático. Místico. Ahora lo contempla desde el otro lado del mar. Y seguramente lo siente igual.
Aún se escucha decir que hoy mi Habana viste lo mejor, y más coqueta que una flor abre sus puertas y ventanas… Aún resuena la voz única, distintiva, de Xiomara Laugart… aún se oye su sentir a la capital… aunque su voz prestigie hoy escenarios de otros continentes.
Y después de anunciar, como un torrente de desahogos que La Habana llora de noche, se duele de sus heridas, llorando lágrimas verdes, que han de salvarle la vida… los Tres de la Habana han cruzado también el mar, han ido en busca de tierra firme donde seguir creciendo en su arte. Aún desde la distancia, les llega el llanto de la ciudad. Y ahí, aquí… sigue enhiesta en su decadencia, sirviendo de inspiración a quienes necesitan, o no, asideros culturales como sostén idiosincrásico. Siguen habitándola, desde la lejanía física, desafiando husos horarios y coordenadas geográficas…
Hoy miro a través de ti las calles de mi Habana… es tu alma y soledad la voz de esta nación cansada… Se le sufre tanto, o más, que desde adentro. Se extraña. Entrañable. Se anhela. Se sueña. Como a la ciudad imprescindible que es…
Se carga con ella… y no hace falta pisar sus calles, ni sentir sus olores, ni despeinarse en su brisa marina… Se carga dentro… y no pesa, porque engrandece.
La define impecablemente Habana Blues:
En Madrid o en Nueva York, La Habana está en todas partesporque la llevas contigo sin miedo a desarraigarte…
Alberto Barrios

Nuestra LENIN

Nuestra LENIN

Podría decirse que estas son memorias de “La LENIN”, memorias de “mi LENIN”, que también es tuya, aunque no fue nuestra.
Tal vez no. Tal vez es la nostalgia que siento de quienes sé no volveré a ver por ahora, los que dejaron huellas imborrables.
Sé que al final, solo un busco un pretexto para que lleguen a ti mis pensamientos, para hacerte sentir acompañado en esta soledad… nuestra soledad.
Me pregunto cuántas veces nos cruzamos en un pasillo, o me preguntaste la hora, o bailamos juntos en una rueda de casino.
Me has reprochado cien veces que nunca te vi y sin embargo tú tampoco te fijaste en mi. 
Después de perdernos, presumiblemente para siempre, y encontrarnos- luchando contra la probabilidad de no habernos conocido antes-, y hacerlo después en otro lugar no tan querido; creo que los milagros existen.
Milagrosamente descubrimos que compartimos recuerdos de nuestra gran casa azul, que por haber sido vividos en el mismo tiempo y espacio, hoy son “nuestros recuerdos”, aunque no lo sospecháramos por aquellos días. 
Tenemos suerte. Tenemos aquellas memorias lejanas de las colas en el comedor (cola: esa palabra no podía faltar en este desorden de ideas que no quiero llamar “reflexión”), tú de un lado de la escalera y yo del otro; o de las rivalidades de un chequeo emulativo en nuestro anfiteatro natural (donde tal vez tú me mirabas con superioridad ante mi mirada de novata inocente). 
Pero más afortunados somos, por tener estas más cercanas memorias: otro encuentro en el mismo anfiteatro, ya sin rivalidad, donde otras caras inocentes nos miran con curiosidad, mientras nosotros añoramos nuestro tiempo de novatos; la cola en la garita para poder salir (siempre la cola) y aquella foto en el cartel de la entrada que no pudo ser. 
En estos años (no tantos), de desencuentros y encuentros, mis memorias se han enriquecido y desde hace algún tiempo (dos febreros para ser más exactos) se han convertido en “nuestras memorias”. 
Por eso te dedico este desorden de ideas (que insisto en no llamar “reflexión”); y sé que cada vez que pienses en “tu LENIN”, que también es mía… estarás pensando en mí.  
Leisi Vigil

Desde el adiós

Desde el adiós

Partir. Un estallido de emociones encontradas. Emociones de amigos que parten, de amigos que despiden, de amigos que reciben.
¿De qué lado está la verdad, la razón? ¿En qué orilla son más legítimos los sentimientos?
Fuerte, muy fuerte el contraste entre el "adiós" y el "welcome". Las despedidas son tristes por antonomasia. Mas cuando llevan implícita la irreversibilidad se vuelven crueles.
Y es que algo definitivo, desgarrador, irrecuperable, se quiebra. A partir de ellas la vida se separa en "antes" y "después". Y no por consciente, por correcta, por lógica, la decisión quiebra menos. Ni menos duele.
Atrás queda el contacto diario, o casi diario… el teléfono como testigo íntimo, discreto, de las mejores y peores noticias… las ocasiones, más o menos frecuentes (pero siempre posibles), de encuentros etílico-sentimentales para oír y decir, criticar y ser aconsejado…
Queda sobre todo la certeza de tener al alcance el hombro irreemplazable donde apoyar las desventuras y celebrar los triunfos.
Y queda la duda… ¿sobrevivirá tamaña complicidad? Solo algo es seguro: no faltarán esfuerzos irreductibles por rescatarla de la distancia. O reducir esa distancia. Y asumir el reto de reinaugurar la amistad en el reencuentro, con la ilusión de que nuestras esencias son más robustas que cualquier adversidad.
Pero atrás quedó también la inocencia de la juventud, la ligereza de las responsabilidades, la frugalidad del tiempo y los compromisos. Un estilo de vida que no podrá emigrar, ni adaptarse, ni sobrevivir en tierras prestadas. Una manera de vivir a los amigos que no ajustará con la seriedad en el decir, las citas concertadas, la premura del tiempo, las cuentas por pagar.
Y decir adiós a eso duele más que decirlo a los amigos. 
Alberto Barrios